martes, 3 de enero de 2012

Cualquier día es bueno

Que son los cambios de año los únicos momentos en los que nos paramos a pensar. Que es entonces cuando sacamos la balanza y comenzamos a valorar. Que repasamos lo malo y lo bueno, y damos un resultado final, global. Que aspiramos un aire nuevo, limpio, aún sin respirar. El optimismo se apodera de nosotros y comenzamos a planear. Que esperamos de ese nuevo tiempo algo que no nos va a dar. Que seguimos autoengañándonos una vez más. Que envueltos en las celebraciones esos intentos se perderán en el fondo de un vaso, al final.

Mas la euforia contagiada no es buena para recordar ni valorar. Ni planear. Es cierto, en nuestro interior lo sabemos, pero lo vamos a negar. 

Si no es este año, otro vendrá. Al siguiente, tal vez, lo podamos intentar. Pero aquel también pasará. Da igual, años nuevos vendrán. Lo sabemos: todos los vamos a dejar escapar.

Espera unos días más. Prepara café. Caliente. Siéntate en el sofá. Pon ambas manos en la taza y aspira su aroma. Ahora es buen momento de pensar. En silencio, en soledad. Diferencia tus fantasías de la realidad. Que no hay que correr para avanzar, que el primer paso ya reduce la distancia hasta el objetivo final. Que la prisa te agota antes y te hace abandonar.

Que no hay que esperar al cambio de año para sentarse de nuevo en el sofá, con el café caliente, y reflexionar. Cualquier día es bueno. De verdad.